NO ES LO MISMO CRECER QUE MADURAR
Desde luego que no. Ésta es la frase que aparece en el cartel promocional de la película que fuimos a ver anoche en la sesión golfa Sonia y yo: "Los amigos del novio". Y creo que es lo único bueno de toda la película... No recuerdo haber visto nunca una película tan mala en el cine, aunque puede ser que mi memoria (selectiva) haya eliminado experiencias del estilo, y no olvidemos que afirmo esto tan rotundamente habiendo visto "Spiceworld: The movie" en el cine. "Los amigos del novio" es una película escrita, dirigida y protagonizada por Edward Burns sobre un grupo de adolescentes treintañeros de la generación pre-PlayStation durante los días previos a la boda del protagonista con su novia a la que ha dejado preñada. En total, cinco zopencos, cada uno con algún "problema vital" (hijos, separación, infertilidad, homosexualidad...) que guarda para sí mismo ("los tíos no hablan de esas cosas"), carcomidos por la nostalgia pandillera y con buenas cargas de estupidez y de infantilismo en todas sus acciones. Aunque parezca mentira, lo peor es que existen individuos así, de estos que se emborrachan y patean contenedores de basura... Burns pretende trazar un retrato de los problemas de una generación (treintañeros) y un sexo (masculino) ante los retos de la vida real y las relaciones adultas con el sexo contrario, pero sólo consigue plasmar las peripecias de cinco zoquetes emocionales que ven a las mujeres como unos extraterrestres con tendencia a la histeria y no como seres humanos. Zoquetes con serios problemas de conciencia y de comunicación, y con una facilidad sorprendente para tener conversaciones absurdas que provocan auténtica vergüenza ajena. A los 20 minutos de film, Sonia me comentó: "El único con un poco de cabeza es el gay". Eso parecía, hasta que le dio por hablar (había permanecido callado todo el rato) y se convirtió en otro estúpido más ("Te robé el cromo de baseball porque hacías chistes de mariquitas y yo me sentía ofendido y oprimido"). Absurdos. La palabra idónea para definir a estos personajes.
Pero, bueno, lo peor ya no es que los personajes cayeran mal, sino que la película a nivel técnico y formal era aún más horrorosa. Un guión extremadamente académico que subordina la historia a las "reglas" del guionismo y hace perder toda credibilidad al argumento, unos diálogos o bien totalmente previsibles o bien desconcertantes que parecen querer imitar a Woody Allen pero que resultan caóticos, unas situaciones poco creíbles y unos conflictos demasiado profundos para tratarlos de forma tan superficial. Mención especial merecen los actores: pocas veces he visto unos actores tan sobreactuados y falsos (y sin intención alguna de serlo) y unas actrices tan exageradas (absolutamente histriónicas, pero sin carisma): ¿Por qué una embarazada tiene que salir en todas las escenas tocándose la barriga constantemente? Todo desprendía un tufillo muy cutre... Creo que después de ver actuaciones tan infantiles y forzadas podré valorar a los buenos actores: muchas veces, hace falta ver cosas mal hechas para valorar las buenas. En fin, todas estas cagadas sólo vienen a demostrar que la dirección es pésima. Según tengo entendido, no es ni mucho menos la primera película de Burns como director, pero parece que la haya rodado un aficionadillo de instituto con un ridículo síndrome de Peter Pan y sin ningún sentido estético ni rítmico. Y con nula capacidad para maquillar defectos, pues todo lo malo es demasiado obvio. Y, encima, es aburrida. Profundamente aburrida. No engancha para nada: el ritmo es lento y no despierta ningún interés ni intriga por ninguno de los personajes. En resumen, que es tan mala que ni nos indignó. Teníamos ganas de una buena peli, al menos de un rato de entretenimiento, y ni uno ni lo otro; llevábamos muy buena predisposición y intentábamos buscarle las cosas buenas, pero es que encima todos los actores eran poco agraciados, ni ese consuelo tuvimos. Salimos del cine con el aburrimiento que arrastrábamos después de un anodino día de lluvia en plenas fiestas de la Mercè y, al irme a la cama, lo único que recordaba era la atractiva boca de Edward Burns, de una sonrisa enigmática y preciosa.
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