Esta semana parece que he empezado a romper mi racha poco cinéfila, que vengo arrastrando desde hace casi dos años, y me he puesto las pilas, cosa que me irá muy bien para ir cogiendo práctica para mi periodo postoperatorio que se prevee a finales del mes que viene. Y empecé con muy buen pie: en una solitaria última sesión del miércoles en los cines Icaria (hacía mucho que no iba solo al cine, con lo que me gusta). Fui a ver C.R.A.Z.Y., una película canadiense (en francés) recién estrenada y realmente interesante: el film es una crónica de una familia de clase media-baja, formada por un matrimonio con 5 niños, durante veinte años (de 1960 a principios de los 80), narrada des del punto de vista del cuarto hermano, nacido precisamente el día de Navidad de 1960. El chico en cuestión, Zac, es el niño de los ojos de su padre y de su madre, hasta que empiece a descubrir su homosexualidad y le empiece a resultar difícil, por no decir imposible, encajar en los esquemas que tenían diseñados para él. No obstante, la película no aprofundiza en el tema de la homosexualidad, sino que se centra en la relación familiar de padres e hijos al largo de los años, siendo a la vez, también de forma sexuandaria (sobretodo a través de la música y la ropa), el retrato de una época (una vez más, Bowie es un referente clave indiscutible). Tiene escenas muy logradas (algunas consiguen crear una tensión helada cuando todos sabemos que va a ser pillado y que se va a liar, otras consiguen grandes momentos cómicos, emotivos, musicales...), y lo más interesante seguramente es el personaje del padre, que está perfectamente diseccionado. Por el resto, quizás sí que queda algo desdibujado el desarrollo sexual de Zac: porque te dicen que es gay, pero tampoco se transmite mucho esa realidad, queda un poco en el aire. Cada hijo tiene un "estigma", o perfil, aunque de forma algo estereotipada, y Zac podría ser igual gay que drogadicto (como el hermano mayor, Raymnod): tanto monta, monta tanto. Y ya sé que Zac lucha constantemente contra su condición para ser aceptado por su padre, pero tampoco se transmiten demasiado esos impulsos o deseos, queda como algo más platónico que real. Pero, bueno, salvo algún detalle como ese, la verdad es que es una película muy compleja, con muchos matices, temas, personajes y puntos de vista, y realmente está muy bien resuelta, tanto a nivel técnico como a nivel humano o psicológico.
A destacar: lo bien que encaja la banda sonora como motor del film, como connexión entre personajes (padre-hijos) y como hilo cronológico. Es impagable la escena de Zac imitando a Bowie en la habitación o lo bella que es la canción que da título a la película: Crazy, de Patsy Cline. También tira mucho el protagonista, Zac, interpretado por el actor Marc-André Grondin (el segundo por la derecha en el cartel), un tipo de actor y de personaje muy común últimamente: el papel de adolescente, más bien post-adolescente aunque muy imberbe y juvenil, homosexual y atormentado, reservado, misterioso, tremendamente sensible, y sobretodo con un increíble atractivo. El chico es realmente muy atractivo (¡qué ojos y qué pelo!). Sería un poco la versión gay de Kurt Cobain, papeles ya vistos en Transamérica, en Oscura Inocencia, y bastante parecido al Johnatan Rhys-Meyers de "Velvet Goldmine", de una belleza y un carisma cautivadores. Zac gana encima porque va madurando y creciendo a lo largo del film, se va curtiendo, y cada vez está más guapo e interesante, sobretodo después de su travesía por el desierto.
Lo mejor de la película es la ternura que se desprende a lo largo de cada una de las escenas, de cada diálogo, de cada pelea, de cada canción, y que culmina en lo más ingenioso y bonito del film: el motivo por el cual en el título hay un punto entre cada una de sus letras: C.R.A.Z.Y.
Etiquetes de comentaris: Cine